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SOCIEDAD_ Señales de alerta en posibles casos de maltrato

martes, 20 de enero de 2009

CON INFORMACIÓN CLARA LA FAMILIA ESTARÍA EN CONDICIÓN DE RECONOCERLO




SANTO DOMINGO.- La violencia contra la mujer no se limita al plano personal o de pareja como se argumentó por mucho tiempo, usando la popular frase que reza “En pleitos de marido y mujer nadie se meta”. La violencia machista tiene dimensión social y cuando aparece daña todo el sistema familiar, no sólo a la mujer.

Aunque muchos agresores fueron víctimas o testigos de maltratos en su infancia, es un error justificar su conducta violenta argumentando que son unos “enfermos”.

“Puede haber una enfermedad psicopática, pero no necesariamente es así”, afirma el sicólogo Puro Blanco, quien dirigía el Programa de Charlas Preventivas de Violencia de Género para Hombres.

El hombre violento puede dar señales de su condición. Con información clara sobre el perfil de un agresor, tanto la mujer como su familia y amigos estarían en condiciones de detectar un posible caso de violencia intrafamiliar.

Estas personas deben tener en cuenta que existen varios tipos de maltrato: el sicológico, cuando el hombre inflige sufrimiento en la mujer por medio de amenazas y humillaciones; físico, que puede ser cotidiano o cíclico; el patrimonial o económico, y el sexual, que consiste en la imposición de una relación contra la voluntad de la mujer.

Signos negativos
¿Cuáles rasgos o situaciones indican que se está ante un posible agresor? Blanco cita los siguientes:

Un hombre que aisla a la mujer, que la descalifica, ridiculiza y humilla, ya sea en público o en privado.

Un hombre que sólo se comunica agrediendo; no sabe manejar emociones; rompe o estrella objetos.

Tiene doble fachada: es bueno en la calle y un ogro en la casa.

Aspira a ejercer control absoluto sobre su pareja, sobre sus actos, pensamientos y sentimientos, pues entiende que ella le pertenece.

Un hombre que, por su fuerza física, se siente superior a la mujer o que acepta el empoderamiento de ésta.

La existencia de un doble vínculo, es decir, una relación paralela. El hombre puede reaccionar violentamente al ser confrontado.

Un hombre que hace daño a la mujer y luego entra en un proceso de arrepentimiento.

Un hombre que usa la racionalización para justificar el trato que da a su pareja. Con frases como “Ella no cumple como esposa”, “Usted la ve así, pero no la conoce”, trata de obtener aprobación.

Sin distinción
Las características y situaciones señaladas se dan independientemente de la clase social. Si la mayoría de los feminicidios ventilados en los medios de comunicación corresponden a estratos sociales medios o bajos es, en opinión de Blanco, porque “el poder cubre, el dinero cubre”.

El profesional asegura que, ya desde el noviazgo, la mujer debe estar alerta para evitar caer en el círculo de la violencia y dudar de un novio que controla desde su ropa hasta sus salidas.

“El agresor suele ser un hombre patológicamente celoso”, explica Blanco. “En el fondo es vulnerable y tiene miedo al abandono”.

Pero cuando entra en un proceso cognitivo obsesivo, se vuelve peligroso y puede llegar a atentar contra la vida de la mujer. Para la víctima, por su nivel de desgaste emocional, es importante encontrar una persona en quien apoyarse. Si la familia y los amigos la abandonan queda más desvalida.

¿Por qué muchas víctimas siguen en compañía de los agresores? El Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam) explica que la mujer soporta por miedo, vergüenza, su estado de victimización, un “lavado de cerebro” (su pareja la ha responsabilizado de la conducta de él), un estado disociativo (no sabe si es cierto lo que ocurre) y sentimientos de culpa.

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